Un verano junto atí.

Admirar una puesta de sol un 3 de Julio bajo el cálido Sol de una isla tropical, mirar hacia un lado y observar el camino de la playa, las olas que rompen en las rocas inevitablemente, que saltan para besar el borde del acantilado, olas que estallan en un millón de diminutas gotitas de agua cristalina que refrescan el lugar. Mirar al frente y observar el Sol, el cálido sol de un mes de julio, que se oculta bajo un par de nubes traviesas que se balancean con la brisa del verano. Mirar a tu derecha, verle a él, cómo apoya su mano sobre la tuya, cómo sonríe de la misma forma tonta en la que estás sonriendo tú, cómo desea que este momento no termine, cómo se acerca lentamente hacia ti, reduciendo a milímetros la distancia que os separa. Observar cómo te acercas a besarlo y él se desvía hacia tu cuello, hacia tu oído y te dice unas bellas palabras que lo significan todo: Te amo, mi amor. Quédate a mi lado eternamente, que yo no quiero ver otro Sol más que el que ves tú ilumine mi vida, y quiero mirarlo cada día a tu lado.
Que se acerque a tu boca y te bese, y darte cuenta, de que no se puede ser más feliz.