Los mejores (:

lunes, 16 de mayo de 2011

Prometo, prometemos.

La lluvia caía sobre las aceras llenas de huellas imborrables de enturbiados pasajeros. Los recuerdos se aglomeran para cruzar la calle, tu mirada desespera y mi razón desaparece. Piso, pisamos sobre algún que otro charco de momentos olvidados, de tiempo perdido y sueños rotos, y alguna que otra gota escapa, salpica, intentando volver a renacer. Sigo, seguimos caminado, miras, izquierda, derecha, busco, buscamos dónde refugiarnos de tanta lluvia con sabor a inmadurez. Llego, llegamos a un parque del centro de Madrid, donde se resguardan los mejores y más bellos momentos de la historia, donde permanecen para no desaparecer. Agarro, agarras mi mano con más fuerza me miras y echamos a correr, caminando entre los pasos que otros dieron alguna vez. Llegamos a un altillo, una bóveda, donde tiempo atrás bailarían las más dulces melodías aquellos que querían atesorar allí un buen recuerdo. Respiro, respiramos este aire cargado de amarga lluvia, y encuentro entre los olores el destello de una historia nacida aquí, que aún sigue viva. Tú también lo hueles, creo, porque me miras con la misma expresión con la que un día aquel chico miró a aquella chica. Me agarras una mano, me bajas la otra a la altura de la cintura y me dices: ‘¿Bailamos?’ Del mismo modo que una vez, aquel chico, se lo sugirió aquella chica. Y en aquel mismo lugar, bajo aquella lluvia sabor inmadurez, caminadas las huellas de otros tantos, ninguna igual a la anterior, respirando un aire que no es nuestro, robando así un vestigio de una historia de amor, labramos nuestro propio comienzo, creamos nuestras propias huellas, diferentes a las demás, abriendo un nuevo rumbo por aquel camino que pocos han pisado, que muchos dicen conocer y que realmente sólo unos pocos afortunados han recorrido de verdad: el camino de la felicidad, el que abren hoy dos corazones enloquecidos que se necesitan mutuamente para renacer. Y aquí firmo, firmamos, que yo siempre seré tuya y tú siempre, mío serás, y que nuestro camino, no lo conocerá nadie, jamás.




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